¿Batukadas? NO, GRACIAS.
Parece mentira, pero el
movimiento 15M ya ha cumplido un año. Todos nos emocionamos cuando
vimos que por fin, la política dejaba de ser un tema tabú y la
gente dialogaba libremente en plazas y calles de nuestras ciudades.
Lo cierto es que, a pesar de esto, los logros conseguidos por este
supuesto movimiento son escasos. ¿A que se debe esto?
Muchas son las razones.
La primera y principal razón es el anhelo de querer abarcar
demasiadas posturas políticas, es decir, no querer “discriminar”
a nadie. Esto tendría cierto sentido si las conclusiones sacadas de
las asambleas locales no mostraran cierta inclinación hacia una
izquierda reformista, ya que a pesar de gritar y defender posturas
socialdemócratas prefieren no mojarse y, de esta forma, conseguir
un mayor respaldo social.
Otra gran razón es la
forma de lucha. Nadie pone en duda la necesidad que tiene un
movimiento social de organizar su lucha. Pero el 15M ha llegado mas
allá, hasta el punto de burocratizarla. Se pierden en asambleas
eternas donde solo exponen los problemas pero apenas proponen
soluciones para paliarlos. De esta forma se convierten en un conjunto
de demócratas incapaces de buscar salida a las decadencias
existentes en este supuesto “estado del bienestar”... ¡Aiba! ¿A
quien me recuerdan? A si, a la calaña política de la que tanto se
quejan.
La lucha pacifica debe
ser perfectamente honrada y respetada. Pero en el momento en el que
un estado usa la violencia para erradicar los levantamientos de
pueblo, intentar acallar nuestras voces, la lucha pacifica no sirve
para nada, y esto ha quedado plasmado en todo este tiempo. Es
entonces cuando debe aparecer la resistencia, la revolución. Ha
quedado claro que indignarse no es suficiente. La revolución no
será factible con batukadas y caceroladas. Es necesario
involucrarse, mojarse, luchar.
Autor: PY
PD. REVOLUCIÓN, NO REFORMA.
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