miércoles, 14 de marzo de 2012

La tortura parece seguir siendo el principal mecanismo de represión en Siria


Crucifixión, descargas eléctricas, golpes o violaciones. Así trata el régimen de Bachar al Asad a los civiles y rebeldes sirios que ha capturado desde hace un año, cuando comenzó la revuelta. Según ha informado Amnistía Internacional este miércoles en un informe, el régimen de Asad está empleando hasta 31 tipos de torturas contra la población.

“Los testimonios que hemos escuchado describen los oscuros entresijos de un sistema de detenciones e interrogatorios que, un año después de que comenzaran las protestas, parece destinado a degradar, humillar y aterrorizar a las víctimas para que guarden silencio", denuncia la organización en su página web.


Para Amnistía, este informe debe ser utilizado como una prueba más de los crímenes contra la humanidad que esta cometiendo el régimen de Asad, y por eso afirman: "seguimos creyendo que la Corte Penal Internacional representa la mejor opción para asegurar que se saque a la luz a los responsables de los graves crímenes que se están cometiendo".

Los guardias desnudan cuelgan y apalean a los detenidos hasta dejarlos inconscientes. En el texto se detallan todas las torturas, que van haciéndose más despiadadas desde la detención hasta el momento de su interrogatorio.

El comité de "bienvenida", como lo denominan los propios torturadores, incluyen golpes con porras, culatas de rifles, puñetazos o cables de espino, además de desnudar a los detenidos y dejarlos a la intemperie durante un día entero. 

Después vienen las torturas durante el interrogatorio. Según Amnistía, algunas víctimas dicen haber sido obligadas a meterse dentro de un neumático de coche para quedar inmovilizado y haber recibido golpes hasta perder la consciencia. Otros dicen haber sido colgados durante horas u obligados a permanecer de puntillas mientras los golpeaban o les arrancaban la piel con pinzas para carne.

"Cada día nos sacaban de la celda durante una o dos horas para golpearnos. Nos forzaban a arrodillarnos, con los ojos cubiertos y las manos atadas, en la sala de interrogatorios y nos golpeaban por todos lados. Así fue durante seis días", relata Raed, un joven graduado de 27 años que estuvo una semana encarcelado.


En otros casos, los arrestos se alargaban durante semanas, en las que los detenidos vivían en pequeñas celdas atestadas de gente, sin apenas poder ir al baño ni recibir asistencia médica, y alimentados a base de un trozo de pan diario. Varios testigos afirman haber sido aislados en espacios diminutos durante días o encerrados con cadáveres o presos moribundos.

Las técnicas que Asad usa, eran como las de su padre en los años ochenta. Amnistía denuncia que la tortura es sistemática en Siria desde la "época oscura de los ochenta y los noventa", pero que en el último año se ha recrudecido, "recordando a las técnicas que empleaba el expresidente Hafez al Asad", el padre del actual mandatario. Además, la violencia sexual es una práctica habitual entre las fuerzas de seguridad sirias que, según algunos testimonios, han llegado a violar a algunos detenidos con botellas de cristal rotas o les han atado objetos pesados a los genitales.

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